KÓN (EL BLANCO)
Ganador del Tercer permio de prosa en los Juegos Florales de Fernando Poo, año 1962
Por Marcelo Asistencia Ndong Mba "Mandong"

Editado por Esasom Mba Bikie
Este era el caso de la "Mininga" de Olugu. Al ser declarada culpable, la llevaban a la horca y ya empezaban a ceñir la cuerda en torno a su cuello, cuando muchas voces gritaron:
—Que llega el "kon", que llega el "kon". Inmediatamente todos se echaron a correr, dejando abandonada a la indefensa mujer. El hombre misterioso, se agachó, cogió uno de los cuchillos que le tenia uno de los hombres y cortó las ligaduras que sujetaban a la "mininga". Ella había sido salvada por el "kon".
—¿Por qué hacéis esto? —les increpó duramente el hombre— ¿por qué maltratáis así a las mujeres? ¿No sabéis que son lo mismo que vosotros, que yo, seres humanos con iguales derechos que los demás?
Todo esto lo decía haciendo señas, pero esta era la explicación que daban a entender los aterrados hombres al verse frente a frente con el hombre, cuya cabeza querían meter en su "biere" para que fuese más fuerte que el de otras tribus, pero que al mismo tiempo temían. Nadie dijo nada y el "kon" se dirigió a la casa mortuoria. ordenó, siempre por señas, para que el cadáver fuera conducido a la sepultura. Al llegar a esta, rezó el responso, que para nuestros prohombres. era como si un perro viera a su amo hacer alguna travesura nueva para él: le miraban entre asombro y miedo y por fin terminó de rezar y dijo:
— Amen.
Al oír estas palabras, los buenos hombres creyeron que decía "amén" (se acabó), interpretándolo como que les decía que todo había acabado para ellos, y fueron a consultar al "adivino" quien dijo:
— Yo creo que es el padre de "Mininga" que ha salido de "bekob" para venir a libertar a su hija. Seguramente que habrá tenido conversaciones con Olugu, pues se ve que directamente ha ido a su casa a ver su cadáver. Por eso os recomiendo que si quiere llevarse a la "Mininga" puede hacerlo, porque es su padre fallecido que viene a libertaria.
Después del entierro del gran Olugu, el "Kon" hizo reunir a la gente, y les estuvo hablando en una lengua desconocida, con sueltas palabras, pero nadie se movió ni dijo nada. Luego dirigió su mirada a la mujer que había salvado y amenazó con el dedo a los reunidos, queriendo decirles: "Que nadie la toque, porque es pecado delante de Dios matar a otro". Y se marchó a otros poblados, en busca de las almas de Dios.
VII
Estas fueron las primeras palabras de la "Mininga, cuando, al enterarse de lo que la había sucedido, resolvió seguir a su "padre" sin que hubiera impedimento alguno, y le encontró sentado debajo de un árbol y le abrazó llorando desconsoladamente. Porque creía firmemente que quien estaba frente a ella era su padre, aunque ni su aspecto, ni su color y mucho menos la lengua que él hablaba le recordaba a su padre. Pero decíase que los muertos cambian y se había enterado que tenían un color como la nieve. Quizás eso se debía a la metamorfosis operada en su padre.
— Además, mi padre hablaba "fang" y tu hablas una lengua incomprensible para nosotros. Mi padre tenía el color como el mío y tu lo tienes blanco. ¿Es que cambiáis todo, cuando os morís? Quisiera que me contaras cosas de allá. Además llévame contigo, pues no quisiera volver al poblado de Olugu.
— Escucha, hija mía —le dijo con afabilidad el hombre— yo no soy "kon", como queréis atribuirme. Soy un hombre de carne y hueso como vosotros. Hay muchos hombres de mi raza que hablan como yo. Desecha la idea peregrina, como hacéis creer, que soy del otro mundo. Soy mortal, igual que vosotros.
"Pero vine por estas tierras a enseñaros el camino del cielo y daros a conocer a Dios, Creador de todas las cosas. Vine a enseñaros la luz de la verdad y bautizaros. A que todos seáis iguales tanto mujeres como hombres y que podáis conocer la verdad. Y este, unido a vuestro modo de vivir conviene que conozcas LA VERDAD Y LA VIDA. "Yo te llevaré a donde vivo cerca del mar. Tengo allí a una Hermana de Caridad que te cuidará y te enseñará a rezar y a conocer a Jesucristo. Y así, si alguna vez vuelves al poblado de Olugu, serás superior a ellos.
"De momento, a medida que vayamos pasando pueblos, te irás reponiendo de tus heridas y te compraré ropas para que sepas conocer la vida; pero sobre todo conocerás antes a Jesucristo". Aunque todo esto resultaba inexplicable a "Mininga" que continuaba aferrada a la idea de que su "padre" era "kon", la idea de ir en su compañía hasta hundirse en los abismos —tal era su creencia— para descifrar este misterio.
VIII
— Mejor es que vayamos a buscar a "Mininga', donde el "Kon" la llevó, pues me he enterado de que ella ya usa ropas de los "bekon" y que habla la lengua de ellos. Asimismo me he enteterado que ha sido convertida en "kon" porque. tiene ya el mismo color que el "kon-hombre". Yo no puedo hacer repartición de la herencia de mi padre Olugu, hasta que hayamos traído a "Mininga" porque esto me ha dicho mi padre, —decía en la "casa de palabra" el hijo de Olugu Mba, que se había erigido en jefe de tribu. Preparémonos pues y vayan muchos guerreros porque presiento que habrá guerra.
— Esta es una buena idea y yo también lo había pensado —dijo un viejo compañero de Olugu—; necesito que te acompañen diez de los mejores guerreros que tenemos y si es preciso detengas al "kon" para que su cabeza descanse y presida nuestras "medicinas". Ya estamos hartos de oír y hablar de "kon".
— Ya estamos cerca; no hacer ruido. Conviene acorralarle por sorpresa. Ya estaban cerca de la morada del Padre Misionero "kon". Habían ido a rescatar a "Mininga" y detener a "kon". Pero el miedo les volvió a invadir. En el momento en que una Hermana de caridad cruzaba la plaza del poblado playero, los hombres gritaron:
— Alla va "Mininga". ¿De modo que vino a convertirla en "Kon? Cogedla.
Varios hombres salieron a la calle y antes de que nadie pudiese impedirlo, la monja fue apresada y conducida cerca de donde se encontraba el hijo de Olugu, considerándola como "Mininga'. que el "kon" había convertido también en 'kon".
A todo esto, el P. Misionero, al oír el estrépito y barullo de la calle, salió a mirar y al ver el espectáculo, volvió rápidamente a casa, contó a "Mininga lo que había sucedido y luego, descolgando un fusil que llevaba siempre consigo, salió a la calle. Los hombres al verle, primero tuvieron miedo, luego reaccionaron y quisieron prenderle, pero el hombre "kon", con cabellos erizados, enderezó el fusil y... pum! pum!, dos ovejas que caen muertas.
Al oír tal ruido, los hombres despavoridos, corrieron a esconderse y dejaron libre a la Rvda. Madre que se había desmayado, a pesar de mostrarse fuerte en los primeros momentos. Mientras se hallaba desmayada salió entonces "Mininga" de casa y todos gritaron:
— Ya ha vuelto "Mininga" a la vida, pues al morir se ha convertido nuevamente en su color. Llevémosla antes de que el "midumanveng" nos mate a todos (Midumanveng, ruido del disparo, trueno, como lo llamaban antiguamente).
—¿Qué queréis vosotros? —preguntó el Padre Blanco.
— Queremos llevarnos a Mininga— le contestó el hijo de Olugu.
—Imposible, no la podéis llevar. Sois ciegos y no veis. Porque os digo la verdad, que si no enmendáis vuestra vida, seréis muertos todos y Dios (Nzama) os castigará por vuestros pecados.
"Convertíos a Dios y os perdonará. No matar, no robar, no hacer medicinas, ni otra cosa contraria a Dios y viviréis eternamente. "Aprovecho esta ocasión para deciros que podeis matarme, porque para eso vine, pero antes quisiera veros postrados delante de Dios, alabándole, como ya le hacen algunos y viviré y moriré contento. Quiero convertiros en hijos de Dios, como yo lo soy y pronto lo será la Mininga aquí presente. Solo Dios puede libraros de este gran pecado.
Después de estas sencillas, pero verídicas palabras del Padre Misionero, los hombres de Olugu, se sintieron como hipnotizados y fueron a deliberar. Después de unos minutos, vinieron y respondieron al Padre, diciéndole:
— Queremos creer tus palabras, pero no podemos aceptar tu alianza hasta que dejes el "midumanveng" que tienes en la mano. Podrías matarnos a todos como lo has hecho con estas dos ovejas. Aceptamos lo que dices, a condición de que no nos mates y lo prometas sinceramente delante de Dios.
LA ALIANZA

Un gran acontecimiento va a ocurrir. Va a llegar el Padre Misionero en unión de La Madre Misionera y de Mininga.
Pronto llegan estos y, mientras los hombres les reciben al son de tamborcillos y danzas, las mujeres cantan las mejores estrofas. El P. Misionero, majestuoso, firme y con una sonrisa de bondad en los labios, avanza y se encuentra con el hijo de Olugu, MBA, quien revestido de todas sus medicinas y fuertes clotes, pronuncia estas palabras:
— Desde hoy eres nuestro amigo. Quiero que establezcas tu casa en este poblado y toda mi tribu te acatará y servirá a tu Dios. Que mis medicinas no te hagan ningún mal y que te pro tejan. He dicho.
A continuación, el Misionero abriendo el Misal, manifiesta:
— Desde hoy os acojo bajo la protección de Dios. Quiero le sirváis y améis. He traído una botella en cuyo interior he metido un papel. Si alguna vez llega un hermano mío otro blanco enseñadle este papel que os dejo en la botella y conocerá lo que aquí se ha hecho: LA ALIANZA DE PAZ Y DE VERDAD, PARA SERVIR A DIOS PARA SIEMPRE.
Meses después, a MBA, vestido a la europea y a MININGA, ataviada con traje de novia, el "KON" los unía en Santo Matrimonio, mientras que los hermanitos del novio cantaban y decían: "Alabado sea Dios y bendito sea su Santo y Divinísimo Nombre".
"Hemos visto una paz y la disfrutamos. Hemos nacido nuevamente porque nos hemos convertido en hijos imperecederos de Dios".
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