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¿HUBO O NO HUBO VIDA HUMANA EN ANNOBON?

ANNOBON LA GRAN DESCONOCIDA, UNA INCOGNITA EN LA HISTORIA DE GUINEA ECUATORIAL.          

Texto editado por: Esasom Mba Bikie


¿De dónde vienen los annoboneses? 

Esta pregunta es una de las más realizadas entre los nativos de Guinea Ecuatorial, nadie sabe a ciencia cierta, de qué lugar proceden los nativos de dicho lugar. Unos dicen que siempre estuvieron en aquella isla guineana, y otros dicen que los nativos son la amalgama heterogénea de individuos de diferentes puntos geográficos de África occidental. Movidos por el afán de investigar el pasado de los pueblos hemos hecho algunas indagaciones y pesquisas sobre la Prehistoria de la isla de Annobón, cuyo resultado expondremos brevemente.

¿Qué nos dice la historia? 

En la segunda Memoria de las Misiones de Fernando Poo, escrita por el Ilm P. Coll se lee lo siguiente. "Es cosa averiguada que, al descubrir los portugueses Annobón, encontraron la isla enteramente despoblada habiendo sido Luis de Almeida el que después de comprar a Jorge de Mello la Capitanía donataria de Annobón, por 400,000 reis, mandó algunos esclavos de Santo Tomé y varios blancos pardos de esa isla portuguesa para que la poblasen, y luego añade la siguiente nota. «La población de Annobón es relativamente moderna, y debe rechazarse como a todas luces inverosímil la opinión de los que juzgan ser esta la isla donde Plinio descubrió un lago y cuyos habitantes le opusieron tanta resistencia, etc».

El Padre Coll se refiere sin duda a este pasaje:

La isla de Annobon está situada en latitud 1 ó 25' Sur, longitud 11 ó 51'30" Este, de Cádiz, es de figura cónica, y alrededor de su base hay un margen natural rodeado de palmeras y algodoneros. Plinio, en sus viajes a la costa de África, habla de esta isla ó al menos yo opino es enteramente igual a la que él describe.

Dice Plinio que abordó a una isla en medio del Océano, donde había una montaña en cuya cima había un gran lago de agua dulce, que sus habitantes eran tan feroces que tuvieron que matar uno para poderlos reconocer, y hallaron que era enteramente parecido al hombre y al mono, de aquí la especie vertida por algunos naturalistas de que Plinio conocía ya el Gorrilla, pues dice que el hombre ó animal que mataron tenía la piel cubierta completamente de una lana ó pelo parduzco como la tienen los orangutanes y gorilas. Dejemos á Plinio y a los naturalistas ingleses con sus apreciaciones sobre el Gorrilla, del que tendré ocasión de hablar más adelante, ahora desembarquemos en Annobon y recorramos la isla.

Difícil es el desembarco en la isla, pero en una especie de rada, y entre infinidad de piedras, se encuentra una pequeña rampa que da acceso al pueblo de Annobon, llamado por los naturales de San Antonio. La población total de la isla, si se ha de dar crédito a las noticias de los mismos habitantes, se compone de unos 2.000 individuos de la raza negra. La isla está formada toda de rocas volcánicas, y en su centro, en forma de cono truncado, se ve una laguna de agua dulce, fenómeno sumamente raro, y, que hace creer que la isla, a pesar de estar situada a más de 300 leguas del continente, comunica con él por medio de algún sifón submarino, elevando y surtiendo el lago de agua dulce en medio del mar salado. Escasa en vegetación, pues sus habitantes son la gente más famélica, degradada y perezosa que he visto en la costa de África, no se dedican en lo más mínimo a labrar la tierra, que pudiera con sus frutos mantenerlos y hacer que desapareciera el hambre casi epidémica que constantemente reina en la isla.

Como los frutos que espontáneamente la tierra produce no son muy abundantes, se suelen dedicar a la pesca, la que apenas les da en ciertas estaciones lo suficiente para alimentarse, de forma que sus habitantes, más que hombres, parecen espectros ambulantes, como ha dicho muy bien B. J. Navarro, que visitó con el vapor Vasco-Nuñez de Balboa la isla en 1857, habiendo llegado el caso de entregarle varios padres sus hijos de cuatro a nueve años en cambio de un par de galletas. Los portugueses debieron dominar la isla por largo tiempo, pues el idioma que hablan es una especie de chapurrado portugués-español. Se dicen católicos romanos, y en el pueblo existen varias iglesias ¡pero qué iglesias! iglesias como nunca he visto, adornadas con santos cubiertos de andrajos, levitas viejas ó blusas de marineros, y sombreros hongos, de copa ó tricornio. Un negrazo alto y sumamente flaco se nos acercó y nos dijo:



      Yo soy el cura y pastor de estas iglesias, y al mismo tiempo gobernador en nombre de la nación española, vosotros, que sois españoles, debéis darme mucha galleta y aguardiente.

      ¿Quién te ha hecho cura? —le pregunté.

      Mi padre, que era también cura y gobernador de la isla.

Dimos al cura y gobernador dos botijos de aguardiente y una barrica de galleta y tocino, con lo que quedó sumamente contento, él en cambio, después de quitarse su traje de ceremonia que consistía en una especie de capa pluvial de bayeta encarnada, notable tan solo por su mugre y antigüedad, se ofreció a acompañarnos a la cima de la montaña y visitar la isla. Nos dijo que el nivel del agua en la montaña era siempre igual, que hacía ocho meses que solo había abordado a la isla un buque ballenero francés llamado “Él Delfín” que debía llegar de un momento a otro el ballenero “El Rápido”, que todos los años por la misma época venia a la isla a hacer aguada.

      ¿Y cómo sabes tú la época si no tienes calendario?

      Sí lo tengo, me contestó.

      Pues vamos a verlo.

Entramos en la iglesia, y en el centro nos enseñó un trozo de madera de ébano dividido en doce casillas, y estas en treinta pequeñas divisiones marcadas por agujeritos, donde conforme van pasando los días se van marcando con una clavija de madera, resultando que al cabo del año pierde cinco días.

      ¿A cuántos estamos? —le pregunté.

      A 24 de Setiembre, —me contestó.

      Estábamos a 15 de Diciembre, de modo que por la contabilidad del calendario de Annobon estaban atrasados con el nuestro noventa y dos días, que a razón de cinco días por año dan un resultado de cuarenta y cinco años de antigüedad ó existencia del calendario annoboniano.

Le hice proposiciones para adquirir el calendario como objeto curioso, pero por nada quiso desprenderse de él.

      Te daré, si me cedes el calendario, —le dije—, un barril de galletas y un botijo de aguardiente.

      No puede ser, —me contestó—, pues si te lo diese no podría celebrar las fiestas de la Virgen y de los santos que están marcadas.

Efectivamente, en varias casillas, además de la clavija de madera que marca el día, se veía una espina de pescado que señalaba la solemnidad ó festividad que debía celebrarse.

      ¿Cómo te compones para decir misa? —le pregunté.

      Con aguardiente ó vino de palma y galleta y plátano.

Al ver el modo especial que el negro tenia de celebrar la misa, prorrumpimos en carcajadas. Al día siguiente, el capellán de la Perla celebró el Santo sacrificio de la misa al aire libre, y nos costó muchísimo trabajo el contener al negrazo, que se creía sacerdote, para que no interrumpiera la ceremonia, pues él quería imitarle y acompañarle, creyéndose con los mismos derechos.

Como todos los habitantes de Annobon se titulan católicos, y aunque bajo la dirección de su estupendo cura adoran la cruz, el gobernador, a nuestro regreso a Santa Isabel, dispuso la salida de varios misioneros, que indudablemente sacarán gran partido de la sencilla fe religiosa de los annobonianos, y de seguro curarán la monomanía clerical de que se ve acometido su cura y gobernador, cediendo su puesto a los verdaderos ministros de la religión católica.

Visitamos el lago, pues la subida es fácil, y los naturales han trazado una senda en espiral. El lago tendrá como unas quince brazas de largo por diez de ancho, y su profundidad varía entre siete, once y quince. El agua es dulce y se crían pequeños peces parecidos a las carpas y tencas de Europa.

Durante los meses de diciembre del 60 y enero del 61 hubo una expedición de europeos que recorrió detenidamente la isla, dicen que al principio ninguna señal Prehistórica pudieron ver. Con todo se veían ciertos indicios en algunas piedras que presentaban cierta semejanza con las famosas piedras pulidores de hachas que tanto abundan en Fernando Poo. Dicen los expedicionarios:

Nos quedaba por ver el Poblado de Santa Cruz y fue aquí donde vimos una de ellas que presentaba algún parecido:

La piedra es de una arenisca algo dura. Y por fuera presenta un color gris. Pesará como unos 200 K. Ha sido retocada por la base para lograr buen asentamiento. En la parte más alta tiene tres pocitos y a su alrededor varios surcos de diferente profundidad. Esos pocitos y surcos son muy parecidos a los de Fernando Poo. Sólo varía la clase de piedra, que allí como se ha dicho es de arenisca y aquí en Fernando Poo es de basalto. Con todo delante de la Misión de Annobon hay una piedra de basalto en que se puede ver uno de esos pocitos, con toda claridad. La piedra muestra señales de haber sido fragmentada, apreciándose parte de otros dos pocitos. Sobre esta piedra se me dijo ya en el año 1921 que estaba donde hoy está y que entonces se aprovechaba para romper palmiste.

En el susodicho poblado de Santa Cruz se encuentran unas piedras planas en forma de losas que tienen labrados en una de sus caras orificios del tamaño de una nuez, dispuestas en líneas horizontales y simétricamente dispuestos.

En la obra DURCH DEN DUNKELIN WELTTHIL el autor trae un grabado muy parecido a lo que estamos describiendo. Para él se trata de un juego antiguo. Otra prueba que avala nuestra tesis es el haber sido hallada un hacha de piedra. Lástima que se haya extraviado, pues hubiéramos podido probar claramente que la piedra pulidora de que estamos tratando podía haber servido para tal fin.

Conviene advertir sobre dicha piedra que los niños de Annobon aprovechan el polvo blaquencino que sacan de la misma para pintarse la cara con el fin de divertirse. Parece que para rayar la piedra usan un grano de palmiste. Este mismo año hemos tenido ocasión de volver a Annobón. Y habiendo encontrado la piedra en la misma playa dispuesta ya para embarcarla pudimos examinarla detenidamente, cosa que no pudimos hacer cuando la vimos la primera vez.

Es nuestro parecer que los surcos simétricamente labrados no es obra de niños, sino de gente mayor que los ha hecho por algo. Volvimos a interrogar a los mayores del poblado y sacamos la consecuencia de que los niños rayan sin orden encima de los surcos y pocitos ya existentes.

CONCLUSION

Por lo que acabamos de exponer creemos que hay pruebas no despreciables para afirmar que la isla de Annobon estuvo habitada en tiempos anteriores a la ocupación Portuguesa.

Las prospecciones y excavaciones son difíciles por lo escarpado de la isla y por los continuos desprendimientos de tierra que en algunos lugares dejan la roca limpia, que sin duda habrán sepultado otros materiales prehistóricos. Contamos que a no tardar podremos adelantar más pruebas sobre este tema.

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