Fidel juez P
El pensamiento libertario para el pueblo negro panafricanista surge como una respuesta profunda a las luchas históricas de un pueblo y su diáspora que ha sido sometido, dispersado y despojado de su identidad ancestral a lo largo de los siglos. En este contexto, se ha promovido un diálogo constante entre distintos colectivos, evidenciando la urgente necesidad de fortalecer el proceso educativo en las comunidades negras. Este fortalecimiento educativo no solo implica el acceso a oportunidades en sociedades inherentemente discriminatorias, sino que también busca la profesionalización de una gran parte de la población negra. Se vislumbra en este proceso la construcción de un poder integral: político, económico, social y la recuperación de una identidad cultural que abarca la esencia misma del ser afro y su dispersión por el mundo.
Dentro de estos debates surgen múltiples perspectivas. Por un lado, se plantea la necesidad de un proceso de formación académica que, al profesionalizar a la población negra, se convierta en la base para la construcción de un poder político y económico. Por otro lado, se cuestiona la falta de inclusión educativa por parte de los Estados, responsabilizándolos por la carencia de voluntad política para implementar la cátedra afro y la identidad del pueblo negro en el sistema educativo.
La tercera tesis propone que la liberación plena del pueblo afro radica en su empoderamiento económico. Se argumenta que solo a través de este empoderamiento se puede alcanzar el poder político, lo que a su vez facilitaría la implementación de políticas públicas efectivas para una educación real y significativa para el pueblo afro y su diáspora. Así, se presenta una tríada fundamental que entrelaza lo político, el empoderamiento económico y la educación. A esto se añaden una cuarta y quinta tesis que destacan el empoderamiento militar y la descolonización cultural y religiosa, respectivamente. La última de estas tesis enfoca la importancia de reconocer las raíces culturales y espirituales genuinas, apartándose del adoctrinamiento religioso eurocéntrico que ha influido en la identidad y la espiritualidad africanas.
Después de una reflexión profunda y debates en diversos colectivos, surge una sexta tesis, llamada "tesis de acumulación", que subraya la interdependencia entre las cinco propuestas previas. Esta tesis se basa en el pensamiento ancestral que sostiene la interconexión y la interdependencia de todo en la naturaleza, proponiendo acciones concretas que no puedan separarse unas de otras.
El proceso de liberación del pueblo afro se plantea, en esencia, como la convergencia de aspectos fundamentales: el empoderamiento político sustentado en el panafricanismo, la consolidación de una economía basada en los principios culturales y espirituales africanos, y una educación que desafíe el pensamiento eurocéntrico. Además, se destaca la importancia de recuperar la identidad cultural como un proceso que enriquece a todas las etnias africanas, sin disgregarlas, reconociendo la diversidad como la esencia de una única y rica identidad africana. Esta recuperación cultural fortalece las raíces, tejiendo una historia colectiva que permita avanzar hacia la liberación plena del pueblo afro.
Finalmente, se aborda la necesidad de descolonizar el pensamiento religioso eurocéntrico, diferenciando la religión como un mecanismo de gobierno de los pueblos y la espiritualidad como la libertad interior que contribuye a la liberación personal y colectiva. Este documento, elaborado por el tanque ideológico y de pensamiento del Canal Afro, marca el inicio de una serie de reflexiones para la revisión colectiva del pueblo negro, reafirmando la necesidad de un cambio estructural y profundo en la construcción de su identidad, su empoderamiento y su libertad. El pensamiento libertario para el pueblo negro panafricanista es un documento que se erige sobre la base de un análisis histórico, cultural y político profundo, marcando hitos y movimientos que han impulsado la búsqueda de la liberación del pueblo africano y su diáspora. Este movimiento no es una idea novedosa, sino el resultado de un legado de luchas y resistencias que se remontan a diversas épocas.
Si retrocedemos en el tiempo, podemos situar los cimientos del panafricanismo en figuras como Henry Sylvester Williams, un abogado trinitense, quien en 1897 convocó el primer Congreso Panafricano en Londres. Este congreso buscaba abordar las preocupaciones de los pueblos africanos y de ascendencia africana en la diáspora, además de fomentar la solidaridad y la unidad entre estas comunidades dispersas. El movimiento panafricanista se consolidó a principios del siglo XX con la figura de W.E.B. Du Bois, un intelectual y activista afroamericano que fue clave en la promoción de la unidad africana y en la resistencia al colonialismo. En 1900, Du Bois fundó la Liga de los Pueblos de Color, y más tarde fue uno de los organizadores de las conferencias panafricanistas.
El año 1919 marca un hito importante con el establecimiento del Movimiento de la Bandera Roja, negra y verde, liderado por Marcus Garvey, un visionario jamaiquino que fundó la Asociación Universal para el Mejoramiento Negro (UNIA, por sus siglas en inglés) y promovió el regreso a África como una solución para la liberación de los afrodescendientes. Garvey es reconocido por su llamado a la unidad, la autoayuda económica y la independencia política del pueblo negro. En 1945, la quinta conferencia panafricana en Manchester, Reino Unido, reunió a líderes como Kwame Nkrumah, Jomo Kenyatta, y Nnamdi Azikiwe, quienes más tarde se convertirían en líderes de países africanos recién independizados. Estos líderes jugaron un papel fundamental en la lucha por la emancipación y la descolonización de África.
El concepto de panafricanismo se ha mantenido vivo a lo largo del tiempo, encontrando continuidad en figuras como Patrice Lumumba, líder del Congo (actual República Democrática del Congo), asesinado en 1961 por fuerzas neocolonialistas, y Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso, quien en la década de 1980 lideró un movimiento revolucionario que promovía la autodeterminación y la igualdad.
En la actualidad, el panafricanismo ha evolucionado y se manifiesta en diferentes formas a través de organizaciones, movimientos y líderes contemporáneos. Desde la Unión Africana, que se estableció en 2001 para fomentar la integración y cooperación entre los países africanos, hasta líderes como Julius Malema en Sudáfrica, cuya plataforma política defiende la justicia social y la redistribución de la riqueza para los sudafricanos negros.
Estos nombres y momentos representan solo una parte de la rica historia del panafricanismo y su lucha por la liberación del pueblo africano y su diáspora. Cada uno de estos líderes y momentos ha contribuido significativamente a la promoción de la identidad africana, la autonomía política y económica, y la resistencia contra la opresión estructural.
El resurgimiento poderoso del panafricanismo en el mundo de habla hispana se manifiesta a través del movimiento panafricanista de la cuarta internacional. Este movimiento representa un renacer de las aspiraciones panafricanistas en un contexto global donde las comunidades de habla hispana buscan contribuir significativamente a la lucha africana y su diáspora. Este resurgimiento se destaca no solo por sus dimensiones políticas, sino también por su fuerza moral, ética y espiritual, posicionándose como un actor clave en la consolidación de una África unida y un pueblo negro libre.
En el marco de este movimiento, es esencial comprender su contexto histórico y las razones que lo impulsan. El panafricanismo, como movimiento ideológico, ha buscado históricamente la unidad, la emancipación y la autodeterminación de los pueblos africanos y afrodescendientes. Aunque sus raíces se encuentran en el siglo XIX, ha experimentado diferentes etapas y resurgimientos a lo largo del tiempo. El Panafricanismo de la Cuarta Internacional se distingue por su enfoque inclusivo y su compromiso con la diversidad de voces dentro de las comunidades de habla hispana. Se nutre de la riqueza cultural y lingüística de estas comunidades para fortalecer su mensaje y su impacto. Este resurgimiento no solo busca la solidaridad con África, sino también la revitalización de las identidades africanas en todo el mundo hispanohablante.
En términos políticos, el Movimiento Panafricanista de la Cuarta Internacional aboga por el reconocimiento de la historia y la cultura africana, la lucha contra la discriminación racial y la promoción de políticas que impulsen la igualdad y la justicia social. Al mismo tiempo, se esfuerza por construir puentes entre las comunidades afrodescendientes y africanas, buscando superar las barreras geográficas y culturales que históricamente han fragmentado a estas poblaciones.
La fuerza moral y ética de este resurgimiento radica en su compromiso con la verdad histórica y la justicia. Busca desafiar los estereotipos y prejuicios arraigados, promoviendo una narrativa que destaque las contribuciones positivas y la riqueza cultural de los pueblos africanos y afrodescendientes. Además, aborda cuestiones éticas fundamentales, como la reparación histórica y la equidad, para abordar las secuelas de la esclavitud y la colonización. La dimensión espiritual del panafricanismo en este contexto resurge como una herramienta para la reconexión con las raíces culturales y espirituales africanas. Se promueve el reconocimiento y la revitalización de las prácticas espirituales autóctonas, desafiando así el legado del adoctrinamiento religioso eurocéntrico que ha afectado las creencias y prácticas de las comunidades afrodescendientes.
En resumen, el Movimiento Panafricanista de la Cuarta Internacional en el mundo de habla hispana representa un fenómeno significativo que va más allá de lo político. Es una expresión poderosa que abarca lo moral, ético y espiritual, y se convierte en un actor central en la construcción de una sola África con poder y un solo pueblo negro libre.
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