UNA HERMENEUTICA ESPIRITUAL DEL GARVEYISMO Dr Camilo las Heras Gouverneur Jefe de Estudios y profesor de la MGU
UNA HERMENEUTICA ESPIRITUAL DEL GARVEYISMO
Marcus Mosiah Garvey, el más grande profeta nacido del vientre de mujer alguna, referencia
ineludible para todos los que anhelamos la liberación de África y su diáspora y ejemplo a seguir para los que pretendemos contribuir al desarrollo económico, político y social de nuestra gente, es el motivo de estas letras. El objetivo, es evidenciar la importancia que tiene Marcus Garvey para el movimiento Rastafari, y el movimiento Rastafari para mantener vivo el legado de Marcus Garvey. El contexto de esta grata reflexión, es la próxima reedición, por parte del Secretario General del Movimiento Panafricanista Cuarta Internacional, el Dr. Abuy Nfubea de este ejemplar del libro de Filosofías y Opiniones de Marcus Garvey.
En el curso de Filosofía Africana de Marcus Garvey, compilado en el libro Message to the people del profesor Tony Martin, Marcus Garvey nos advierte sobre la enorme importancia de la lectura:
“La idea es que la experiencia personal no es suficiente para que una persona adquiera todo el conocimiento útil para la vida, porque la vida de un individuo es muy corta. Por lo tanto, debemos alimentarnos de la experiencia de otros…. ”
En ese sentido, las Filosofías y Opiniones de Marcus Garvey, libro compilado por Amy Jacques Garvey, quien además de ser su segunda esposa fue una líder panafricanista ejemplar, es un valioso documento que no solo registra sus discursos y trabajos a lo largo de su vida, sino que debe ser una fuente de inspiración, para nosotros la actualidad. Fue después de salir de Jamaica en 1910, durante su exilio y sus viajes por Centroamérica, Panamá, Costa Rica, Cuba, España, Brasil, Chile, Republica dominicana, Venezuela Sudamérica (1910- 1912) y Europa (1912-1914), que Marcus Garvey pudo constatar que la situación del hombre y la mujer africana negra es, esencialmente, la misma. Fue en Europa en Inglaterra, después de leer Up from Slavery obre de Booker T Washington, que Garvey se preguntó:
“¿Dónde está el gobierno africano del hombre negro? ¿Dónde está su país, sus embajadores, su ejército, su armada, sus hombres de grandes asuntos?”
El resto, es historia… En 1914, en su regreso a Jamaica, establece la UNIA junto a Amy Ashwood, su
primera esposa. Poco más de un año y decenas de seguidores después, se movería a los Estados
Unidos, y sería en Harlem, New York, donde la UNIA y las ideas de Marcus Garvey encontrarían una
tierra fértil, fruto de las grandes olas migratorias que llegaban desde el Caribe y Centroamérica.
Desde allí es desde donde organizó un movimiento que alcanzó a tener 11 millones militantes
esparcidos en la diáspora, desde allí ejecutaría su plan de retorno a África, pero también sus
propuestas de desarrollo económico, político, intelectual y social. Marcus Garvey fue capaz de unificar la problemática del hombre y la mujer negra, independientemente de su ubicación geográfica, y eso le permitió proponer soluciones concretas a diferentes tipos de necesidades que tenía un pueblo, que se encontraba ubicado en una tierra extraña, en una tierra que no les pertenecía. Su inmenso legado lo hizo influencia directa de líderes como: Malcolm X, Kwame Nkrumah, Huey P Newton, Ho Chi Min y el propio Abuy Nfubea inclusive, entre muchos otros, que se caracterizaron por luchar por la liberación de sus pueblos. Su mensaje inició una chispa que culminaría en la independencia de muchos países africanos décadas después.
Dicho esto, es de vital importancia reconocer el papel que ha jugado el movimiento Rastafari, en mantener vivo el nombre y el legado de Marcus Garvey en generaciones contemporáneas. Rastafari es un movimiento de liberación negra. Es un orden de vida espiritual, que también posee una serie de propósitos y objetivos vinculados a la causa negra. Estos propósitos se condensan en contribuir a la libertad, redención y repatriación del hombre y la mujer negra. África para los africanos, de casay el extranjero.
Fue el primero de agosto de 1834 cuando Gran Bretaña aprobó la ley de abolición de la esclavitud. Esta
declaración proclamó: Libertad, Redención y Repatriación Internacional para los negros de las
colonias británicas. Cada hombre y mujer negra recibiría una compensación económica, mientras
los barcos se alistaban para regresarlos a la tierra de donde habían sido sacados, por la fuerza. Para
muchos, la libertad prometida, no era de un día para el otro. Había un plazo de 4 años, denominado
período de aprendizaje, en los que debían seguir trabajando, a cambio de alimentación y hospedaje.
El 1834 pasó y llegó el 1838. Luego vino 1839, 1840, 1850, y así sucesivamente. El mundo blanco,
hablaba de libertad, pero ¿libertad para hacer qué? ¿Libertad para ir a dónde? El negro seguía en
una tierra extraña de la cual no era dueño. Seguía trabajando por un techo y por comida. Se
encontraba en una competencia desigual, en una película cuyo guion no le favorecía. Lo que
comenzó como un proceso de emancipación, terminó siendo un negocio para los amos de las
plantaciones quienes fueron los que recibieron una compensación económica. El hombre y la mujer
negra ya no eran esclavos, pero tampoco eran libres. No tenían cadenas, pero tampoco había barcos
esperando. No había trabajos forzados, pero tampoco había comida, techo y dinero. Pronto, la idea
de regresar a África fue sustituida en la mente del negro por adquirir bienes en un lugar al cual no
pertenecían. El negro seguiría cantando canciones de redención en una tierra extraña.
Pero hubo algunos que no cayeron en la trampa del mundo blanco. Sus recuerdos no se restringían
a los años de maltrato y secuestro, sino que trascendían generaciones y alcanzaban tiempos de
esplendor y gloria en territorio africano. Aquellos que mantuvieron el espíritu de los cimarrones en
tiempos modernos y que, con el tambor como instrumento, mantuvieron la mirada puesta fija hacia
el Este. Los mismos que creyeron, defendieron y trabajaron por los ideales de Marcus Mosiah
Garvey, el más grande profeta nacido del vientre de mujer alguna. Esos que, en lugar de ver a Dios
como el amo le indicaba, prefirieron ver a Dios a través de los anteojos de Etiopía. Esos que fueron
reconocidos mediante el nombre de un rey negro, Ras Tafari Makonnen, proveniente de la única
nación africana que no fue colonizada por Europa: Etiopía. Luego de su coronación en 1930, pasaría
a ser conocido como Haile Selassie I, y cobraría un protagonismo fundamental, no solo para Etiopía
y el movimiento Rastafari, sino también para los partícipes de la causa negra, tanto dentro como
fuera de África.
En efecto, antes de la independencia de Jamaica en 1962, ya existía un hombre Rastafari en esa isla
que decía venir para continuar los trabajos de Marcus Garvey, que agitaba por el regreso a casa de
los hijos e hijas de África esparcidos en la diáspora y que, además, tenía un gobierno cuyos
propósitos y objetivos eran la Libertad, Redención y Repatriación de la gente negra. Ese hombre era
el Rey Emmanuel Charles Edwards, presidente, líder y fundador del EABIC (Congreso Internacional
Negro Etíope Africano, por sus siglas en inglés). Antiguo Patriarca Rastafari que, en determinada
ocasión un entrevistador le preguntó que cómo definiría su religión, a lo que él respondió:
“Mi religión es Libertad, Redención y Repatriación Internacional
para el hombre y la mujer negra”
El movimiento Rastafari se levanta en el siglo XX en el hemisferio occidental, como una manera de
resistir el colonialismo europeo. Si bien el escenario más importante, sobre todo en épocas
tempranas, ocurrió en las colonias inglesas, pronto el espíritu rebelde alcanzaría otros países del
caribe y del continente americano. Rastafari surge como una forma de enaltecer y acercar al negro
a su origen ancestral, de recuperar la identidad que había sido alienada durante varios siglos, de
darle continuidad, a los trabajos de Marcus Garvey. Rastafari se debe a la causa negra, y la lucha que
comenzó en la primera mitad del siglo XX, debe continuar en este siglo XXI, con sus correspondientes
matices, propios de los tiempos en los que vivimos.
En ese sentido, estaba en lo correcto Marcus Garvey cuando pronunció su último discurso en el
Liberty Hall antes del encarcelamiento:
“Entre los muchos nombres con los que me han llamado, hace un par de días me pusieron otro
nombre. El fiscal de distrito… …en su ferviente y apasionado discurso a los caballeros del jurado el
viernes pasado gritó: Caballeros, ¿dejarán suelto al tigre? El tigre ya está suelto, y lleva tanto
tiempo suelto que ya no es un tigre, sino que son muchos tigres.”
En efecto, más adelante, de acuerdo con Tony Martin, Marcus Garvey confesaría que siempre trató
de hacer de todos y cada uno, un Marcus Garvey personificado.
Seamos el Marcus Garvey, que Marcus quería ver.
Camilo las Heras Gouverneur jefe de estudios y profesor de a MGU Sacerdote Rastafari EABIC
Doctor en Física (PhD) Jefe de Estudios y profesor de la MGU

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