La profesora Castillo
|
www.malcolmgarveyuniversity.com
VIOLENCIAS
CONTRA
Úrsula
Santa Cruz Castillo 2
La
ponencia surge de los análisis, cuestionamientos, reflexiones y
teorizaciones a partir de mi experiencia personal, profesional y
activista como mujer migrante, psicóloga y feminista que está
vinculada a la intervención en violencias contra las mujeres, desde
mi país de origen y en Barcelona. Este quehacer cotidiano conduce a
centrarme en las violencias que vivimos o estamos expuestas las
mujeres inmigrantes en los países de destino, en este caso España.
E ir más allá de los discursos y modelos de intervención
propuestos y establecidos desde las instituciones, así como la
academia y el movimiento feminista. Averiguar
¿qué hay detrás de estos marcos interpretativos surgidos en
Europa, o en EEUU? que desde su pretensión universalista señalan,
enuncian y visibilizan determinadas violencias que atraviesan las
vidas y cuerpos de las mujeres inmigrantes, las cuales son
fundamentadas y sostenidas por marcos epistemológicos y normativos
que dejan fuera otras violencias que es preferible no nombrarlas,
ocultarlas y silenciarlas. Sacarlas a la luz pone en evidencia
cuestiones de fondo que interpelan la historia colonial, la
construcción que se ha hecho de lxs otrxs no europeos, y cómo todo
ello sigue vigente en la actualidad a través de sus sistemas e
instituciones, llámense políticas migratorias, Leyes de
extranjería, políticas sociales, leyes y políticas de igualdad,
imaginario social, estereotipos, así como conceptos o terminologías
que hablan de emancipación, igualdad de género, sororidad, etcétera
pensados en y para el sujeto del feminismo “ mujer blanca,
heterosexual clase media alta, europea”
Dicho
esto, mi intervención pretende aportar al análisis de las
violencias contra las mujeres inmigrantes desde una perspectiva
interseccional y decolonial. Partiendo de experiencias situadas pongo
en cuestión el género como categoría explicativa de las violencias
y al patriarcado como único sistema opresor de cuerpos migrantes y
racializados. El
género como categoría colonial binaria y su sujeto mujer “ blanca
europea heterosexual, clase media alta” surgida e impuesta desde
occidente deja fuera de análisis la raza, la sexualidad, la clase,
los contextos y las experiencias sociales históricas de mujeres no
blancas, no europeas. Sistemas que conforman una matriz compleja y
multidimensional de poder que produce distintas violencias que
condicionan la vida humana.
He
de señalar que en ningún momento niego que las niñas y mujeres en
distintos lugares del mundo estén viviendo violencias en diferentes
expresiones y ámbitos, de extrema crueldad y ensañamiento. Tal como
vemos a diario sobre sus cuerpos se emplean métodos más
sanguinarios y perversos. Rita Segato, una conocida antropóloga y
experta en el tema, lo denomina “la guerra contra las mujeres”. A
su vez la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui agrega que
“la guerra contra las mujeres es la guerra contra la pachamama”. Esta
problemática señala la responsabilidad hacia los hombres quienes
ejercen su poder “patriarcal” indistintamente sobre las mujeres
por el simple hecho de serlo, como se suele afirmar. Una lectura
rápida de lo que ocurre con las mujeres que huyen hacia Europa en
busca de refugio, los secuestros y violaciones de niñas, la trata de
mujeres con fines de explotación sexual y los feminicidios en
diferentes partes del mundo, corroboraría esta afirmación. Sin
embargo, suscribir esta mirada significaría avalar:
-
La homogeneidad y la universalidad del ejercicio de la violencia por
parte de todos los hombres amparados en un sistema patriarcal
heteronormativo desde el cual se definen como hombres y a través del
que se explican las desigualdades y el rol subordinado de las
mujeres.
-
La inexistencia de otros sistemas de opresión que atraviesan la vida
de mujeres y hombres.
-
Todas las mujeres son oprimidas por todos los hombres.
-
La teoría eurocéntrica feminista del género.
-
La existencia de un sujeto “mujer” universal que por el simple
hecho de serlo sufre violencias.
-
La negación de las violencias producidas por la
modernidad/colonialidad sobre los cuerpos no blancos, no europeos;
sobre sus epistemologías, subjetividades y sistemas de vida en todo
el mundo y que sigue vigente.
-
Las epistemologías eurocéntricas para entender e interpretar de
forma global las violencias producidas por/en Europa y EEUU, a través
de sus dispositivos sobre los cuerpos de mujeres racializadas y
migrantes.
-El
patriarcado como sistema perpetrador de la violencia contra las
mujeres. -Una
lectura heterocentrada de la violencia que no admite que otrxs
cuerpos no binarios migrantes y racializados también están
expuestos a la violencia. Teniendo
en cuenta la importancia de quien tiene el poder del lugar de
enunciación para nombrar, teorizar y dar valor de verdad y
universalidad a los marcos epistemológicos e ideológicos que luego
son expandidos por el mundo, formulo la siguiente pregunta sobre la
violencia de género, violencia contra las mujeres o violencia
machista.
¿Quién
nombra, quién decide qué es violencia y a qué violencias se ha de
prestar atención? ¿Desde qué lugar se habla?
I.
UNIVERSALIDAD DEL MARCO EXPLICATIVO
Haré
una reseña de momentos claves para la visibilización y puesta en
agenda pública de las violencias contra las mujeres y en qué lugar
del mundo se localizan.
En
los años sesenta, en toda la efervescencia del movimiento feminista
y del movimiento de liberación de las mujeres, la violencia
doméstica y sexual fueron señaladas como problemas que viven las
mujeres (Anderson y Zinsser, 1992, 2000; Heise, 1997; Kanuha, 1997)3
En esa misma década, en Estados Unidos surgieron los grupos de
autoconciencia donde las mujeres comienzan a nombrar el “problema
que no tiene nombre” que Betty Friedan recoge en su libro “La
mística de la femineidad” haciendo alusión al malestar que
experimentaban las mujeres norteamericanas de clase media que pese a
haber estudiado, no trabajaban y experimentaban crisis de identidad a
causa de la opresión de género. Herederas de la ilustración, las
feministas occidentales atribuyen al sistema patriarcal las
desigualdades entre hombres y mujeres. Luego, estos análisis
surgidos en Europa y EEUU se extienden a todos los rincones del
planeta asumiéndose como verdad y responsabilizando al sistema
patriarcal como causante de las opresiones de las mujeres, sin tomar
en cuenta los procesos históricos, sociales, las particularidades y
las mujeres que los viven.
Más
adelante, en el año 1976, en Bruselas se realizó el Tribunal
Internacional de Delitos Contra la Mujer, entre las problemáticas
puestas a discusión destacan la mutilación genital, el abuso
infantil y la violación. Respecto a la violación, se argumentó que
pese a constituir un acto individual de violencia masculina, era la
demostración de la perpetuación del poder de los hombres sobre las
mujeres. Las feministas propusieron diferentes formas de acción, la
creación de organismos de ayuda a las víctimas y cambios
legislativos que en los meses posteriores se implementaron en Italia,
Alemania occidental, Gran Bretaña o Francia. A partir de los años
80 la atención se dirigió hacia las diferentes formas de violencia
contra las mujeres, y es cuando las feministas europeas presionan a
sus gobiernos para reformar leyes sobre violencia doméstica y sexual
y la creación de recursos y mecanismos de atención a las víctimas.
(Anderson y Zinsser 1992, 2000)4
En
el año 1992, el Comité para la Eliminación de la Discriminación
contra la Mujer (CEDAW), que vigila la ejecución de la Convención
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra
la Mujer de 1979, incluyó formalmente la violencia de género como
discriminación por razón de género.
En
el año 1993, en la declaración del II Congreso Mundial por los
Derechos Humanos, celebrada en Viena, se reconoció la violencia
contra las mujeres en la esfera privada como una violación de los
derechos humanos y se declaró que los derechos de las mujeres son
“parte inseparable, integral e inalienable de los derechos humanos
universales”.
En
diciembre de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó
la “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la
mujer” (Res. A.G. 48/104, ONU, 1994), el primer instrumento
internacional de derechos humanos que aborda la violencia de género
a la que define como "todo
acto de violencia basado en el género que tiene como resultado
posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las
amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya
sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada”. E incluye
"la violencia física, sexual y psicológica en la familia,
incluidos los golpes, el abuso sexual de las niñas en el hogar, la
violencia relacionada con la dote, la violación por el marido, la
mutilación genital y otras prácticas tradicionales que atentan
contra la mujer, la violencia ejercida por personas distintas del
marido y la violencia relacionada con la explotación; la violencia
física, sexual y psicológica a nivel de la comunidad en general,
incluidas las violaciones, los abusos sexuales, el hostigamiento y la
intimidación sexual en el trabajo, en instituciones educacionales y
en otros ámbitos, el tráfico de mujeres y la prostitución forzada;
y la violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada
por el Estado, dondequiera que ocurra”.5
En
la cuarta conferencia de Beijing de 1994, se adoptó la plataforma de
acción de Beijing y se reconocieron doce ámbitos de acción
imprescindibles para alcanzar la igualdad de las mujeres, así como
las medidas que gobiernos, Naciones Unidas y sociedad civil han de
asumir. La erradicación de la violencia contra la mujer se hace
indispensable para el desarrollo, la igualdad y la paz. En Europa,
hace unos años se aprobó el Convenio de Estambul sobre prevención
y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica
y los compromisos que los Estados han de asumir. En el reino de
España, en el 2004 se aprobó la ley integral contra la violencia de
género y se desplegaron políticas, programas y acciones para su
implementación.
Todos
estos marcos explicativos se sustentan en la universalidad de la
violencia contra las mujeres como reflejo de las desigualdades de
género que tienen origen en el sistema patriarcal.
El
género como categoría social y de análisis feminista sigue un
recorrido similar. Su armazón teórica ahistórica y binaria es
expandida a todos los países, a través de agencias de desarrollo,
ONGs, universidades, el movimiento feminista de los países
denominados tercer mundo- conformado por mujeres blancas de clase
media- luego este enfoque se plasma en leyes, políticas públicas,
programas y estrategias de intervención. El sistema sexo-género
desarrollado por Gayle Rubin se convierte en una herramienta con la
cual en distintas sociedades y contextos se comienza a analizar a
hombres y mujeres desde esta óptica, en la que siempre el
patriarcado es el sistema opresor de las mujeres. Las mujeres están
“hermanadas por esta opresión y por el hecho de serlo”. Este
discurso que iguala y hermana a todas las mujeres constituye un acto
violento que despoja de la historicidad, la memoria y las
resistencias de las mujeres no europeas, no blancas tanto en el
pasado como en el presente.
Hecho
el análisis de los problemas de las mujeres, el feminismo
eurocéntrico hegemónico-(y también Estados Unidos) y sus aliadas
en los países excolonias- terminan imponiendo sus epistemologías,
sus categorías de análisis y sus planes de liberación y
emancipación para las mujeres de todo el mundo.
En
contextos de migración ¿De
qué hablamos cuando se hace referencia a la violencia contra las
mujeres inmigrantes? ¿En qué se piensa?
Siguiendo
esta lógica interiorizada y aprendida, a la hora de pensar y definir
las violencias que viven las mujeres inmigrantes, la vinculación
inmediata hace referencia a la violencia que ocurre en una relación
de pareja heterosexual que es ejercida por un hombre inmigrante. Se
argumenta que la violencia es inherente a su “cultura” de origen.
Cultura calificada como machista y patriarcal, donde las mujeres
están sometidas y subordinadas a los varones y en muchos casos
–desde esta mirada se afirma que “la violencia está naturalizada
y justificada entre ellos”6.
En
este discurso se han obviado a los hombres autóctonos, negando así
la existencia de parejas mixtas y por tanto la violencia
racista-sexista que éstos ejercen y que detallaré más adelante.
Se menciona además que la condición de mujer e inmigrante, o mujer+
inmigrante, mujer + inmigrante + trabajadora, es decir con dobles o
triples discriminaciones- según quien realice el análisis- la
coloca en una situación de vulnerabilidad, de riesgo o exclusión.
Se
destacan también otras violencias como las mutilaciones genitales
femeninas y los matrimonios forzados, que tienen en común ser
ejercidas por las familias de las niñas y mujeres y son legitimadas
socialmente por las comunidades de origen.
El
análisis de estos tres tipos de violencias evidencia un componente
cultural, atribuido al origen, que amerita y hace imprescindible la
intervención para “salvaguardar la integridad de estas mujeres y
niñas” frente a ese patriarcado arcaico que las oprime. Para ello
se pone al alcance mecanismos y recursos amparados en la ley integral
de violencia de género.
La
prostitución- denominado trabajo sexual por quienes la ejercen- es
definida también como otra forma de violencia que viven las mujeres
inmigrantes bajo el supuesto que son obligadas y explotadas
sexualmente, sus cuerpos son cosificados y usados como mercancía por
el sistema capitalista patriarcal y del cual las feministas
“abolicionistas” e instituciones quieren salvarlas.
Por
último, se incluye la trata de mujeres y la explotación sexual en
la que operan mafias a nivel internacional- en los países de origen,
tránsito y destino que facilitan la entrada de las mujeres a Europa
como parte del tráfico sexual. Estas
violencias reconocidas por la ley son abordadas a través de
protocolos, planes de intervención basados en el género, dejando de
lado la multidimensionalidad y complejidad de opresiones que impactan
la vida de las mujeres inmigrantes y que están íntimamente
relacionadas con nuestra condición de inmigrante, proveniente de las
ex colonias.
El
género como categoría de análisis termina siendo también para
muchas mujeres inmigrantes la lente desde las cuales hemos leído
nuestras opresiones y bajo la cual las feministas blancas nos han
convocado para luchar juntas contra el sistema patriarcal, del cual
las instituciones, las profesionales y el feminismo blanco nos van a
liberar, nos van a mostrar el camino, puesto que desde su
etnocentrismo aseguran que aún nos falta emanciparnos, tener
autonomía e incluso ser capaces de reconocer la violencia que
vivimos. Afirmaciones como estas son comunes y cotidianas en el
ámbito de la intervención:
“Es
tan claro que él la maltrata, se lo digo pero ella no lo ve”7
“La
ayudamos a emanciparse, a alejarse de él, de su grupo de pertenencia
(Marruecos) Se fue de la ciudad, se quitó el velo, se vistió como
occidental. Pero después de un tiempo volvió con su comunidad, se
puso el velo y se enamoró de otro marroquí”
“Están
acostumbradas a la violencia, les parece normal”
Esto
forma parte de la narrativa dominante sobre las violencias contra las
mujeres inmigrantes. En el afán de “empoderarlas”, “salvarlas”
de los hombres de su comunidad, del patriarcado de origen se niega el
racismo y el clasismo encarnado en sus cuerpos y por tanto, la
complejidad de las violencias, sin prestar atención a los relatos de
las mujeres inmigrantes, las violencias que ellas reconocen y
priorizan, y las estrategias que emplean para hacerlas frente. Dar la
voz de alarma respecto a la sobrerrepresentación de las mujeres
inmigrantes en las estadísticas de violencia en las relaciones de
pareja, refuerza los discursos y representaciones construidas acerca
de la “otredad” como violenta y problemática.
Volviendo
a las afirmaciones mencionadas hace un momento, formulo la pregunta
¿Qué saben los profesionales, las técnicas sobre los contextos,
las vidas, subjetividades, formas de lucha de las mujeres inmigrantes
en sus países de origen? ¿Pueden desmarcarse de su mirada
eurocentrada para entender otras realidades, otras formas de vivir?
Seguir mirando con los ojos de occidente significa construir sujetos
abyectos, carentes, empobrecidos, subalternizados a lo que Chandra
Mohanty denomina “colonización discursiva”. Una construcción
que las desagencia, y les niega a contar sus historias mediante el
control de sus propias narrativas.
II.
EVIDENCIANDO LA MATRIZ DE PODER COLONIAL
¿Qué
violencias se inscriben en los cuerpos de las mujeres inmigrantes?
Desde
la experiencia personal y colectiva en diferentes espacios y ámbitos
laboral, profesional, asociativo y de relación en las que he
interactuado con mujeres inmigrantes de diversos orígenes, se
evidencian situaciones que se han reconocido y nombrado como
violencias que las impactan en tanto mujeres atravesadas por la raza,
la clase y la sexualidad.
En
ese sentido, además de las violencias anteriormente señaladas se
reconocen:
- El racismo institucional, los cambios que obstaculizan y retrasan los procedimientos de renovación de permisos de residencia y trabajo, de obtención de nacionalidad, colocándolas a muchas en una situación de limbo administrativo. La ralentización de los trámites. El trato discriminatorio por parte del personal que trabaja en extranjería.
- La construcción homogenizadora y victimista del sujeto “ mujer inmigrante”
- Ser tratadas como menores de edad. Subalternizarlas desde los discursos y prácticas.
- El acoso sexual o violación que han vivido mujeres inmigrantes que trabajan en el servicio doméstico.
- Regular el derecho a vivir en familia a través de los requisitos para la reagrupación. Ejemplo: medir los metros del piso donde vive.
- La negación de sus experiencias, demandas y necesidades y la usurpación de sus voces por parte de expertas, feministas y académicas.
- El racismo cotidiano, simbólico, sutil en la calle, en los servicios públicos (sanidad, servicios sociales, escuelas), en el trabajo, en las redes sociales.
- Ser interceptadas en el metro o en cualquier lugar público y que se les exija demostrar su permiso de trabajo, residencia o DNI.
- Las representaciones, imaginarios, estereotipos construidos que homogenizan, exotizan o clasifican según procedencias.
- La explotación laboral, el trabajo en la economía sumergida en sectores racializados.
- Retirarles las custodias de los hijos determinando que no están capacitadas para criarlos y educarlos.
- La amenaza de ser detenida y encarcelada en un CIE por no tener papeles.
- El sexismo-racismo, la negativa a ver el racismo entrelazado con el sexismo, en comportamientos y actitudes calificadas “sexistas”.
- Poner en duda sus capacidades, conocimientos y saberes. El extractivismo de los mismos.
- No reconocer el trabajo sexual como opción laboral y decisión personal de algunas mujeres inmigrantes. Acallar su lucha por la regulación e intentar “salvarlas” recolocándolas en trabajos precarizados y peor pagados.
- Poner en cuestionamiento su testimonio y denuncia cuando el agresor (pareja) es un hombre autóctono. Tildarla de “aprovechada” para obtener los papeles.
Estas
violencias no son vividas exclusivamente por mujeres inmigrantes sino
también la experimentan hombres inmigrantes como sujetos
racializados. Por tanto esta mirada de las violencias descentra el
género femenino y pone en evidencia la raza y clase (cabe señalar
también la condición sexual más allá de la heterosexualidad y la
disidencia de género mas allá del binarismo del género). Su
carácter complejo y multidimensional demuestra las maneras en las
que se entrelazan el género, la raza, la clase y la sexualidad.
Desde
esta perspectiva, la situación de poder y privilegio que ostentan
mujeres blancas europeas respecto a los hombres inmigrantes
racializados pone en cuestión el “supuesto poder patriarcal” que
éstos tienen sobre ellas. Los cuerpos de estos hombres son
violentados de manera brutal e inhumana por un sistema racista para
el que estas vidas importan poco, como se puede observar con los
miles de muertos en el mediterráneo.
Las
migraciones forzadas por distintos motivos representan también una
forma de violencia, que expulsa, desarraiga y pone en situación de
mayor vulnerabilidad a los sujetos de países periféricos, de las
ex colonias que emigran a Europa. No sucede lo mismo con los
europeos que pueden desplazarse por el mundo sin perder sus
privilegios.
Los
marcos normativos y explicativos de la violencia de género
presentados en la primera parte de la intervención, dejan fuera los
contextos históricos sociales en los que se produce y han producido
violencias contra las mujeres en distintos lugares del mundo. La
diferencia que existe en los cuerpos que desde la condición de raza,
género, clase, sexualidad, etnia y religión han sido marcadas por
violencias estructurales producidas por sistemas de dominación como
el colonialismo, el racismo, el capitalismo y no solamente el
patriarcado como sostiene categóricamente el feminismo. Estos
enfoques obvian los escenarios históricos y como se mencionó antes,
expanden una definición universal de la violencia.
Este universalismo
epistemológico se reproduce en torno al sujeto “mujer”
cuestionado por las mujeres negras en Estados Unidos y por mujeres
provenientes de los pueblos colonizados. Un sujeto que responde a
mujer “blanca, heterosexual, europea, burguesa” hija de la
ilustración.
¿Por qué es
perverso el discurso del género cuando se trata de las violencias
que viven las mujeres inmigrantes?
El hecho de centrar la
atención y visibilidad en la violencia en la relación de pareja,
niega o quita el peso que tienen las políticas migratorias, la Ley
de extranjería en la vida de las mujeres y hombres inmigrantes y que
son generadoras de violencia racista legitimada y reproducida a
través de sus diferentes instituciones. Se oculta que los hombres
inmigrantes también son atravesados por distintas violencias y desde
la mirada colonizadora han sido construidos históricamente como
salvajes, machistas, maltratadores, ignorantes, borrachos a lo que
Nelson Maldonado denomina colonialidad del ser. Es común escuchar
estos calificativos al referirse a hombres latinoamericanos, árabes
musulmanes y africanos. Estos discursos e imaginarios les niegan la
posibilidad de ser mirados de otra manera, fuera del machismo,
sexismo y la homofobia. Esa perversidad también se manifiesta en
discursos que sostienen que el aumento de la violencia de género en
España es por culpa de la inmigración.
Además, desde esta
mirada intencionada, no se reconoce la existencia de parejas mixtas y
por tanto de la violencia que existe al interior de ellas. Los
hombres autóctonos ejercen una violencia física y psicológica
sobre sus parejas donde los insultos, vejaciones, maltratos, golpes y
amenazas son de carácter racista, tal como lo evidencian los
testimonios de dos mujeres, ecuatoriana y marroquí a las que
entrevisté en un servicio municipal de atención a mujeres en
Barcelona.
“Me
insulta, me dice sudaca de mierda, en tu país no tenías nada y aquí
quieres darte de gran señora…haré que te deporten… nunca te
podrás llevar a la niña a tu país… y no sólo él, también lo
hace su familia…quisiera volver a Ecuador”
8
“Me
obligaba a comer cerdo y a romper otras costumbres de mi religión”9
“Me
dijo que me retracte, que no iba a conseguir nada. Decía, si al fin
y al cabo has conseguido los papeles casándote con él, ¿qué más
quieres?
Estas
violencias van de la mano con la explotación laboral, las pocas
redes sociales y el racismo de los operadores policiales y judiciales
que pusieron bajo sospecha su condición de víctimas. En estas
circunstancias salen a relucir otros tópicos asociados a la imagen
de mujeres que se aprovechan de estos hombres sea por papeles, por
seguridad material etcétera.
Reducir
las violencias que viven las mujeres inmigrantes al ámbito de las
relaciones de pareja culpando al patriarcado de origen es negar los
otros sistemas de opresión como el racismo, colonialismo y clasismo
que impactan en su condición de inmigrantes y no se puede
relativizar o minimizar pues operan simultáneamente. Sin embargo,
vemos que es más válido argumentar que las mujeres inmigrantes son
víctimas del sistema patriarcal de sus sociedades de origen que
reconocer los dispositivos de poder y control, diseñados,
implantados y perfeccionados con la finalidad de mantener y perpetuar
las relaciones de dominación sobre los cuerpos migrantes. De esta
manera, tal como afirma Ramón Grosfoguel (2013) no se cuestiona en
qué lugar del mundo se producen estas opresiones, quién(es)
oprimen y qué mecanismos se emplean para ejercer las violencias.
La
construcción teórica, eurocéntrica y abstracta de la violencia es
perversa, porque niega la historia, los genocidios y las violencias
producidas por Europa con el inicio de la modernidad/colonialidad.
Violencias ejercidas sobre los cuerpos no blancos de hombres y
mujeres, sobre los sistemas de vida, de producción, sobre la tierra,
los saberes, las espiritualidades, la sexualidad, las subjetividades,
las estéticas, etcétera. Se despojó de humanidad a dos terceras
partes del mundo, estableciendo la línea de lo humano/ no humano, se
implantó el esclavismo y tráfico de seres humanos de Abya Yala y
África y el saqueo de sus territorios y recursos, dando así origen
al capitalismo.
La
matriz
de poder colonial
se implantó hace más de quinientos años y sigue operando hoy en
día sobre los cuerpos y vidas de la gente de Abya Yala, África,
Asia, en lo que mal denominan “tercer mundo” y en las poblaciones
migrantes racializadas que se han desplazado a las metrópolis y en
quienes recae de forma reeditada y actualizada la construcción
colonizadora que nos inferioriza, subalterniza y violenta. Nuestras
vidas tienen poco valor o ninguno, pues seguimos estando en la línea
de lo no humano, y a quienes se nos aplica las políticas, leyes,
mecanismos y tecnologías de control y vigilancia, de represión y de
sospecha.
María
Lugones, filósofa argentina feminista descolonial analiza la
construcción colonial del género. Para ella raza
y género son categorías co-constitutivas de la episteme moderna
colonial y por tanto no pueden pensarse fuera de esta episteme ni de
forma separada. No se puede pensar género sin pensar el hecho
histórico de la colonización y el surgimiento de la idea de raza
como inferiorización del colonizado (Espinosa, 2014).
El
género fue impuesto en sociedades y culturas donde existían otras
formas de nombrarse, definirse y organizarse socialmente. Tal como
explica Lugones y otras pensadoras a quienes cita, como Oyeronke
Oyewumi - feminista nigeriana- o Paula Allen-feminista indígena de
EEUU- el género es parte del aparato colonial que sigue vigente y
desde el cual se pretende la liberación y emancipación de las
mujeres del mundo, cual programa civilizatorio que ha ido de la mano
del desarrollo, de la democracia y de los derechos humanos.
La
feminista descolonial Yuderkys Espinosa (2014) refiere que el género
como categoría de análisis que explica la subordinación universal
de las mujeres evidencia el etnocentrismo de las teóricas
feministas, puesto que no han podido observar y ser críticas de su
propio privilegio dentro del grupo de las mujeres y del sesgo de raza
y clase de la teoría que construyen y no pueden ser tratadas como
diferencias menores pues éstas son originadas por sistemas
estructurales de dominación que han terminado definiendo y
organizando el mundo y la vida social, dentro de la cual están las
mujeres.
Situando
el análisis de Espinosa (2014), en el caso de las mujeres
inmigrantes racializadas, es insostenible la teoría de la opresión
basada en la idea de diferencia sexual (como ficción reguladora y
productora de materialidad) [ya que] nunca trabaja de forma separada
y está irremediablemente co-constituida dentro de la matriz de poder
que es moderna colonial, y por tanto, racista y capitalista. Lo que
Lugones denomina Sistema Moderno Colonial de Género.
Al
disfrazar el racismo como discriminación, estereotipos, prejuicios
de unos grupos o individuos sobre la población migrante, se niega el
racismo
como sistema estructurador de dominación
que está amparado por sus instituciones y mecanismos sociales,
jurídicos, políticos, policiales, económicos, educativos y
culturales que lo legitima, normativiza y lo pone en práctica. Ese
racismo del que damos cuenta las mujeres inmigrantes y que violenta
nuestros cuerpos y vidas, no es reconocido como violencia. Ese
aparente compromiso de la institucionalidad y el feminismo blanco
contra la violencia “de género” o “machista” hacia las
mujeres inmigrantes no dejan de ser como señala Fabiana Rivas
(2017) simplemente tecnicismos con consecuencias nefastas en las
vidas de las mujeres al sobredimensionar unas opresiones e
invisibilizar otras.
Por
ello resulta fundamental y necesario los aportes epistemológicos del
feminismo negro, las feministas chicanas y migrantes en Estados
Unidos, las feministas afro de América Latina y el Caribe, las
feministas descoloniales para entender la subordinación y la
exclusión de las mujeres - indígenas-negras-del tercer
mundo-migrantes-lesbianas, trans*- impactadas por diversos sistemas
de opresión, y poner en cuestión el sesgo etnocéntrico del
feminismo hegemónico. Las mujeres afronorteamericanas ponen en
cuestión la teoría del género, los roles y espacios, evidenciando
por ejemplo el trato que recibían las mujeres esclavas negras que
trabajaban al igual que los hombres en las plantaciones y por la
noche era violentadas sexualmente por sus amos. Así también Ángela
Davis (1999) en el análisis que hace del Blues evidencia cómo las
mujeres negras retaron
abiertamente los roles de género implícitos en las representaciones
culturales tradicionales del matrimonio y las relaciones de amor
heterosexuales; el blues fue el medio a través del cual rompieron el
silencio contra la violencia misógina.
Otra
contribución a destacar es el análisis de Houria Bouteldja, quien
retomando el trabajo de las feministas negras y el concepto de
interseccionalidad propuesto por Kimberlé Crenshaw, denomina
violencias multidimensionales10
a las violencias ejercidas
por los estados y el neoliberalismo sobre mujeres no blancas.
Asimismo, reconoce que la lucha contra
el sexismo en Francia puede tener efectos perversos y contribuir a
reforzar la dominación masculina blanca sobre los hombres no
blancos, racializados. Bouteldja afirma que el patriarcado racista
blanco hace mucho que entendió que le sería beneficioso combatir el
patriarcado de los hombres de color y añade que las mujeres
migrantes, racializadas indígenas- como se denominan los sujetos
coloniales en Francia - están supeditadas a dos patriarcados: el
blanco y el de color.
En
ese sentido y situándolo al contexto español me hace pensar en la
perversidad del sistema de control migratorio cuando otorga poder a
los hombres- inmigrantes o autóctonos- sobre las mujeres que
reagrupan o con quienes se casan- al quedar su situación
administrativa legal supeditada a la del marido generando así una
situación de dependencia y/o dominación sexista o sexista-racista.
Otra
violencia institucionalizada contra las mujeres inmigrantes es la que
ejercen los servicios sociales y organismos públicos que velan por
los derechos de la infancia. En los últimos años este aparato
institucional se ha convertido en una amenaza para las madres
inmigrantes. Bajo el argumento de proteger a la infancia, se pone
bajo sospecha el ejercicio de su maternidad- la crianza y cuidado-
valorados desde parámetros eurocéntricos -según las narraciones de
las propias mujeres- que termina con la retirada de los hijos del
domicilio y el sometimiento a sus normativas para poder recuperarlos.
Si bien este tipo de violencia lo viven también mujeres gitanas y no
gitanas en situación de riesgo social con un claro sesgo de etnia y
clase; en el caso de las mujeres inmigrantes, el racismo que se
entrelaza con los anteriores. Así me surge una interrogante ¿A
dónde puede acudir una mujer inmigrante para denunciar estas
violencias que los discursos no nombran, no reconocen y por lo tanto
no existen?
REFLEXION
FINAL
Estas
teorizaciones y reflexiones surgidas a partir de las experiencias
histórico-sociales de mujeres y hombres colonizados, racializados y
migrantes demuestran que las violencias constituyen un complejo
entramado en el que los sistemas de opresión se imbrican, entrelazan
y retroalimentan entre sí. Al igual que Rivas (2017) en sus
conclusiones sobre las violencias contra las mujeres en Abya Yala,
considero que en el caso de las mujeres inmigrantes éstas también
han de ser
pensadas dentro de un continuum de dominación colonial-capitalista,
racista y heteronormativa y como resultado de las políticas del
sistema mundo neoliberal-occidental. Estos fenómenos son mutuamente
incluyentes y son parte de la matriz moderna/colonial de género que
opera permeando todos los sistemas y las identidades de los/las
sujetos/as, cómo se autodefinen, definen la violencia, y sus
estrategias de resistencias y luchas.
Las
violencias tal como las definimos y nombramos, son estructurales y
por tanto no serán resueltas con leyes y políticas, sean de
igualdad, de interculturalidad o las que sean mientras no se ataque
el problema de fondo que es la civilización de muerte y destrucción
originada por Europa (y posteriormente Estados Unidos) desde la
modernidad.
Casi
para finalizar retomo el título de mi presentación y lanzo al aire
la siguiente pregunta ¿Quién
ejerce violencia sobre las mujeres inmigrantes? ¿Sus compañeros
inmigrantes? o ¿El Estado español, sus instituciones y la Unión
Europea con sus políticas racistas?
Para
acabar, las mujeres inmigrantes en toda nuestra heterogeneidad- al
margen de categorías de representación impuestas- desde diferentes
espacios de (des)localización, de acción continuamos la
resistencia, reconocemos y nombramos las violencias que se viven en
distintos ámbitos-como el laboral, social, político, institucional-
y van más allá del discurso de género eurocéntrico y racista.
Ponemos en cuestión el discurso establecido, la institucionalidad
que nos subalterniza y borra nuestras agencias para convertirnos en
“víctimas” a las cuales pretende salvar del patriarcado.
A
diario hacemos frente a los obstáculos y dificultades que nos impone
el sistema. En ese proceso, reinterpretamos nuestras historias,
tejemos redes, producimos conocimientos, saberes y desarrollamos
distintas prácticas de cuidado, de relación y apoyo ante las
violencias, así también reivindicativas y hacemos política. La
experiencia migratoria nos hace posicionarnos de distintas maneras y
plantar cara a las opresiones que se inscriben en nuestras
identidades racializadas, sexualizadas, colonizadas y localizadas.
BIBLIOGRAFÍA
BOSCH
Esperanza, Ferrer Victoria. La
violencia de género: De cuestión privada a problema social”.
Esperanza
Bosch Fiol y Victoria A. Ferrer Pérez.
Publicado en la revista Intervención Psicosocial. Revista de
igualdad y calidad de vida, volumen 9, número 1, páginas 7-19.
http://www.nodo50.org/mujeresred/violencia-bosch-ferrer-1.html.
BOUTELDJA,
Houria( 2014) ¿Feministas
o no?, pensar la posibilidad de un “feminismo decolonial” con
James Baldwin y Audre Lorde. Instituto para el diálogo global,
España. http://www.scielo.org.co/pdf/tara/n21/n21a04.pdf
BOUTELDJA, Houria(2013) Raza, clase y género: la interseccionalidad, entre la realidad social y los límites políticos”. http://desde-elmargen.net/raza-clase-y-genero-la-interseccionalidad-entre-la-realidad-social-y-los-limites-politicos/
DAVIS,
Ángela (1999) I Used To Be You Sweet Mama. Ideología, sexualidad y
domesticidad. Publicado en Feminismos negros, una antología.
Editorial Traficantes de sueños, Madrid. En línea
https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Feminismos%20negros-TdS.pdf
ESPINOSA,
Yuderkys
(2013).
Una crítica descolonial a la epistemología feminista crítica.
Revista El Cotidiano Nº 184, pp. 7-12.
http://www.elcotidianoenlinea.com.mx/pdf/18402.pdf
ESPINOSA,
Yuderkys (2014). Las feministas antirracistas teorizando la trama
compleja de la opresión. Clase magistral dictada dentro del Curso de
Extensión “Género y Etnicidad: reflexiones desde el Sur del
mundo” organizado por el Centros de Interdisciplinario de Estudios
de Género (CIEG) de la Universidad de Chile, 20 marzo 2014.
GROSFOGUEL
Ramón (2014) Los estudios migratorios y su anclaje en el racismo
sexismo epistémico.(Master oficial en migraciones internacionales)
Universidad de la Coruña En línea
https://www.youtube.com/watch?v=oWltKkAU3RM.
LUGONES,
María (2008). Colonialidad y género. Tábula Rasa, Nº 9, Pp.
73-101. http://www.revistatabularasa.org/numero-9/05lugones.pdf
LUGONES,
María (2012).
Subjetividad esclava, colonialidad de género, marginalidad y
opresiones múltiples. En Pensando los feminismos en Bolivia.
Conexión Fondo de Emancipaciones, Serie Foros 2. La Paz, Bolivia.
http://rcci.net/globalizacion/2013/fg1576.htm
MINISTERIO
DE SANIDAD, SERVICIOS SOCIALES E IGUALDAD (2009) Plan de atención y
prevención de la violencia de género en población extranjera
inmigrante 2009-2012. España.
http://www.violenciagenero.msssi.gob.es/planActuacion/otrasMedidas/pdf/Plan_atencion_prevencion_violencia_genero_poblacion_extranjera_inmigrante(2009_2012).pdf
RIVAS,
Fabiana (2017). Las limitaciones teóricas respecto a la violencia de
género contra las mujeres: Aporte desde el feminismo descolonial
para el análisis en mujeres de América Latina. Iberoamérica
Social: revista-red de estudios sociales VII, pp. 129 - 153.
Recuperado en
http://iberoamericasocial.com/las-limitaciones-teoricas-respecto-a-la-violencia-de-genero-contra-las-mujeres-aportes-desde-el-feminismo-descolonial-para-el-analisis-en-mujeres-de-america-latina/
SANTA
CRUZ, Úrsula (2014). Violencias interseccionales y migración.
Artículo presentado en el congreso de II
Congreso de Estudios postcoloniales y III jornadas de Feminismo
poscolonial. Buenos Aires, Argentina.
http://studylib.es/doc/7206734/violencias-interseccionales-y-migracion-%C3%BArsula-santa
1
Ponencia presentada en el Summer symposium “Reconsidering gender-
based violence in the context of displacement and migration”
organizado por Göttingen Centre for Gender Studies el 06 y 07 de
julio
de 2017 en
Göttingen, Alemania.
2
Nacida
en Lima-Perú, vive hace catorce años en Barcelona. Licenciada en
Psicología (Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima).
Máster en políticas de igualdad de género (Universidad Autónoma
de Barcelona). Feminista antirracista en proceso de descolonización.
Su trabajo vincula
su experiencia vital como mujer migrante, profesional y activista
feminista.
Especialista en intervención en violencias contra las mujeres en
contextos transnacionales. Aplica la perspectiva interseccional y
decolonial en el análisis de las violencias y las migraciones.
Formadora y dinamizadora de grupos, desarrolla metodologías de
intervención y (de) formación. Ha participado en investigaciones
sobre mujeres migradas, género y participación política
transnacional. Integra el Taller de Intervenciones Críticas
Transfeministas Antirracistas Combativas t.i.c.t.a.c Es profesora invitada de www.malcolmgarveyuniversity.com
3
Citados por Esperanza
Bosch Fiol y Victoria A. Ferrer Pérez.
(2000) en el artículo
“La violencia de
género: De cuestión privada a problema social”. Publicado en la
revista Intervención Psicosocial. Revista de igualdad y calidad de
vida, volumen 9, número 1, páginas 7-19.
4
idem
5
Idem
6
Plan de atención y prevención de la violencia de género en
población extranjera inmigrante 2009-2012-España
7
Testimonios de profesionales que trabajan en intervención en
violencia de género., recogidos en una formación técnica.
8
Testimonio de mujer ecuatoriana atendida en un servicio municipal de
atención a la mujer en Barcelona.
Llevaba 11 años en España tiene permiso de residencia permanente.
Trabaja cuidando una persona mayor sin contrato todos los días, sin
derecho a vacaciones ni paga extra por 600 euros. Tiene una niña de
5 años con hombre español, jubilado. Hace dos años que la
maltrata.
9
Testimonio de mujer marroquí casada con español.
10
¿Feministas o no?, pensar la posibilidad de un feminismo decolonial
con James Baldwin y Audre Lorde.
Comentarios
Publicar un comentario